SpanishFue como si aquella tarde en que intenté disolver mi amor congelado en el calor que surgía de su escote, algo se hubiese roto entre nosotros. Porque, cuando media hora más tarde desperté de aquel cansancio que me había arrojado a un asiento de su habitación, nos miramos el uno al otro como lo hacen los extraños cuando han hecho algo inconveniente: avergonzados, pero al mismo tiempo decididos a salir de la desagradable situación. Los dedos de Ami, que habían penetrado en mi cabello, quedaron como si fuesen hechos de madera sobre mi cabeza, y sentí que ella luchaba con el deseo de retirarlos. Con prisa nos pusimos los abrigos y nos fuimos al cine. Y mientras estábamos sentados, apretados el uno contra el otro, deseábamos los dos estar en otra fila, por lo menos a dos butacas de distancia, para poder respirar.